sábado, julho 04, 2009

Bispos falam dos mártires executados por Franco

"Hablan alto y claro. Con humildad, prudencia, moderación y valentía. El documento de los obispos vascos es una rara avis de los pronunciamientos episcopales. Porque, además, de pedir perdón y rehabilitar la memoria de sus curas “ejecutados” por el franquismo, pasan a la acción y convocan un funeral por ellos y toman otras medidas concretas para rehabilitar su memoria silenciada. Eso se llama predicar y dar trigo.
Sorprende, en primer lugar, la humildad del documento. Los obispos se sienten interpelados por su pueblo que, tras la beatificación masiva de los mártires “del siglo XX”, les recordaron a los “catorce sacerdotes ejecutados en los años 1936 y 1937″. Y “escuchan la petición”, reconocen las razones del pueblo y consideran “oportuno cumplir este deber pendiente”.
En segundo lugar, llama la atención lo claro que hablan. Sin subterfugios. La Conferencia episcopal lleva años sin pronunciar la frase “márires de la Guerra Civil”. Substituyéndola por el eufemismo de “mártires del siglo XX”. Los obispos vascos, en cambio, hablan abiertamente de “Guerra Civil” y de “ejecutados” por “quienes vencieron en aquella contienda”.

Ainda sobre as vítimas de Franco, os familiares de PADRES ASSASSINADOS PELAS TROPAS DE FRANCO solicitaram a beatificação destes mártires.

"Los escasos familiares que aún viven de los sacerdotes vascos fusilados por las tropas de Franco en 1936 claman contra la desmemoria. Hermanos y sobrinos de dos de estos religiosos lamentan el silencio y la politización de la ceremonia de beatificación de los mártires del llamado bando nacional, mañana domingo, en Roma.
"La familia conserva como reliquia las cuerdas con las que ataron al cura José
En casa de los Sagarna Uriarte no se ha dejado de hablar ni un solo día de la muerte de José, a los 24 años, el 20 de octubre de 1936. Ni sus dos hermanos supervivientes, Vicenta, de 85 años, y Fidel, sacerdote, de 83, ni sus sobrinas Merche o Izaskun pasan día sin nombrarlo. Zeanuri, la localidad de la Vizcaya profunda donde viven, verá este domingo elevar a los altares a dos lugareños. Sobre la figura de otro de ellos, el sacerdote José, se abate el silencio. Es uno de los 16 religiosos vascos asesinados en los primeros meses de la guerra civil, otra más de las víctimas silenciadas."¿Nosotros somos nadie o qué?", clama con rabia la matriarca Vicenta. "La sangre no es agua, por eso sentimos mucha impotencia ante la ceremonia del Vaticano. ¿Y los nuestros? No estoy en contra de nadie, pero aún no nos han pedido perdón", se queja.José Sagarna Uriarte llevaba un año ordenado cuando un asunto privado le granjeó la inquina de un prócer de Berriatúa, en cuya parroquia era auxiliar. "Al parecer, un señor importante tenía relaciones extramatrimoniales y mi tío denunció esa conducta como impropia en el sermón, sin nombrarlo. El hombre le delató a las tropas franquistas", cuenta su sobrina Izaskun, alcaldesa del PNV de Zeanuri".

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