Bartolomé de Las Casas:
“«Entraban los españoles en los poblados y no dejaban niños ni viejos ni mujeres preñadas que no desbarrigaran e hicieran pedazos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría un indio por medio o le cortaban la cabeza de un tajo. Arrancaban las criaturas del pecho de sus madres y las lanzaban contra las piedras. A los hombres les cortaban las manos. A otros los amarraban con paja seca y los quemaban vivos. Y les clavaban una estaca en la boca para que no se oyeran los gritos. Para mantener a los perros amaestrados en matar traían muchos indios en cadenas y los mordían y los destrozaban y tenían carnicería pública de carne humana...Yo soy testigo de todo esto y de otras maneras de crueldad nunca vistas ni oídas".»
Um chefe local Hatuei, que tinha conseguido resistir ao invasor, foi finalmente capturado e queimado vivo:
“"Atado fuertemente a un poste y cuando las llamas comenzaban a chamuscarlo, se le acercó un sacerdote español para hacerlo cristiano antes de morir. Hatuei preguntó si haciéndose cristiano iría al cielo de los cristianos, y como el sacerdote le contestó afirmativamente, le dijo que prefería ir a un infierno antes de volver a ver un cristiano".
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