quinta-feira, abril 23, 2009

La peor perversión es la castidad

La “castidad” tan pregonada por la jerarquía católica, cuya variante para los curas se llama “celibato”, es una perversión porque es antinatural. Lo natural en todo ser vivo es la sexualidad.
La sexualidad, siempre que sea mutuamente consentida y entre personas con conciencia de lo que hacen, no sólo es un placer sino la forma más bella que tienen de compartir, amar y sentir dos personas. Es la expresión máxima de intimidad entre dos seres, dos “almas”, siempre y cuando no esté mediada por el dinero, la supeditación, el abuso, o cualquier otra forma de envilecimiento.
Dicho en términos deístas: “si Dios nos hizo con sexo, será para que lo usemos y no para que lo carguemos de adorno”. Parece haber aquí una contradicción lógica en el propio dogma. Inconsecuencia doctrinal al igual que en el empecinamiento de la Iglesia sostener con medios artificiales la vida de personas que ya habrían muerto de no existir ciertas técnicas modernas.
Puesto que si lo natural es la “voluntad de Dios”, sostener la vida artificialmente, es sólo la voluntad del “hombre” (con perdón de las feministas). Recordemos un reciente caso en Italia.

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