"Un ejemplo fácil es lo que hacía Ratzinger en la citada explicación del credo, para interpretar el “descenso a los infiernos” de Jesús tras su muerte como “bajada a la soledad radical”. En el antiguo catecismo de Ripalda se hablaba, en plural, de “los lugares a donde van las almas que no entran en el cielo” y, después de mencionar infierno, limbo de los niños y purgatorio, se citaba en cuarto lugar el llamado “limbo de los justos” o “seno de Abrahán”. Con la muerte de Cristo, decía, el alma se separó de su cuerpo, llevado al sepulcro, y unida a su divinidad “bajó al Seno de Abrahán a dar alegría con su presencia a aquellos bienaventurados varones de la antigüedad (sic: para el Ripalda, por lo visto, no había mujeres santas en la antigüedad)”, que esperaban su advenimiento. Ratzinger no lee literalmente esta tradición, pero no quiere perderse su riqueza simbólica y explica el “descenso a los infiernos” como la bajada de Jesús a la soledad radical del afrontamiento de la muerte -real y no fingida- como la máxima soledad humana. “Nos recuerda este artículo del credo, dice, que el silencio de Dios es parte de la revelación”. Relaciona Ratzinger el grito de Jesús en la cruz con la oración en el Huerto de los Olivos, y subraya lo lacerante de la pasión como soledad radical, peor aún que la misma pasión física. “La muerte es soledad absoluta, es una puerta por la que hemos de pasar solos, se comprende que el Antiguo Testamento tenga solamente una misma palabra, sheol, para designar muerte e infierno”. Tras este esfuerzo de reinterpretación, concluye así el teólogo bávaro: “Este artículo quiere decir que Cristo atravesó el umbral de nuestra última soledad, que en su pasión descendió a los abismos de nuestro abandono. Y que allí, en ese abismo al que no llega ninguna voz, allí está Él presente para superar el infierno y la muerte. La muerte, que era infierno, deja de serlo. Hay vida más allá de la muerte, porque el amor mora en ella. Ahora ya solamente hay infierno allí donde hay encerramiento en sí mismo... Las puertas del sheol se han abierto con la muerte de Cristo”. Aquí tenemos un ejemplo claro de revisión de una creencia y recreación del imaginario simbólico que la expresaba. Ha quitado la cal con que pintaron el techo de la iglesia románica para descubrir las pinturas ocultas del fresco; lo ha hecho, por cierto, con cuidado de no cargarse el fresco y nos ha redescubierto su riqueza. "
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